Situaciones que nos llevan a decisiones, decisiones que nos hacen crecer como personas, sabiendo desde el principio que no son las que deseamos tomar, todas ellas marcadas por nuestros miedos, por la sociedad o aun peor, por deseos que nunca deberían escucharse.
Todas ellas falsedades de esta vida que como antes he dicho nos hacen crecer.
Escribo, hoy escribo desde el corazón con la rabia de alguien que no hace lo que quiere, que no dice lo que siente y que no actúa como quiere, YO NO SOY ASÍ¡¡¡¡. La verdad, no sé, en qué momento he transigido con cualesquiera de las excusas antes nombradas y no me siento ni bien, ni orgulloso. No os puedo contar todo, ya que lo único que haría sería ganarme enemigos, y ya, bastantes tengo, pero es verdad que no estoy actuando según mi credo y que ello me está llevando a no estar en paz conmigo mismo.
Esta sociedad que nos marca los parámetros en los que tenemos que vivir me tiene harto pero la verdad que el único cobarde de esta historia soy yo. Más allá de mis quejas, trago con las pautas de quien me quejo y no soy capaz de romper con todo para volver a empezar de nuevo.
Llámalo, miedo o experiencia en la vida que me hace recapacitar y elimina de mí toda la valentía que hace unos años tenía. Un amigo dice que es algo normal, que es mejor recapacitar y estarse quieto sin hacer, ni decir nada y que sea la propia vida quien te marque el camino y sé que tiene razón, pero y quien me devuelve la sensación de tener el control de mi vida, de aceptar las decisiones buenas y malas, de equivocarme, de ser valiente, de adelantarme a la vida, a ser un mero espectador de mi propia vida.
No estoy perdido porque esos lujos hace años que no me los puedo permitir pero me gustaría ser todo lo valiente que antes era y afrontar mi vida como la siento, aunque se me tache de egoísmo, es el precio que tendría que pagar por ser y estar bien conmigo mismo.